Elisa, ésta para Elisa que no es de Beethoven.
- Bárbara
- 9 dic 2022
- 3 Min. de lectura
Un pájaro llega a la ventana. Es un error
considerarlos solamente
pájaros, muy a menudo son
mensajeros. Por eso, una vez
se precipitan sobre el alfeizar, se quedan
perfectamente quietos, para burlarse
de la paciencia, alzando la cabeza para cantar
pobrecita, pobrecita, un aviso
de cuatro notas, para volar luego
del alfeizar al olivar como una nube oscura.
“La terquedad de Penélope”.
Louise Glück.
Me pregunto qué cambió en la ausencia de la amiga, compañera de trabajo, a la cual me hallo cada día y platico, escucho, atravieso la red y sueño que nos hemos encontrado y aquí estamos frente a frente diciéndonos lo nuestro, lo suyo y lo mío. Juntas.
Ella con el resplandor del Quijote, la picardía de Sancho Panza, la vi caminar por estos pasillos y laboratorios para hacer ingeniería, y nos hemos reído con detrás de Rocinante tan flaco y chueco y del burro igual de panzón que su dueño, ese Sancho a veces tan parecido a Falstaff. Porque no nos engañemos, al igual que nuestra imaginación los sistemas de realidad virtual salvo el olor, reviven la experiencia sensorial de otra persona.
Si es cierto asimismo que el espacio define al tiempo ¿dónde está ella, dónde está mi mejor amiga? En un tiempo que no suma, un gran cero, ella, Elisa, “Für Elise” la famosa obra de Ludwig van Beethoven, tan bellas ambas. Elisa una mujer admirable en todos los aspectos, en todas sus creaciones, en sus pláticas en su ir y venir.
Un tiempo en donde la experiencia histórica desaparece y la veo en los escritos y notas técnicas que firmó, en las fotos que tomó y que nos tomamos juntas de vez en vez. Pero también en la esperanza de la eternidad en que espero encontrarla nuevamente.
En el primer año de mi estadía en la Comisión Federal de Electricidad, corría 1998, quedamos profundamente encantadas, ella era una especia de “Madre segunda”. En mi caso sobre todo la evidencia: que se pudiera hacer ingeniería me sorprendió. ¿Presas? ¿Embalses? ¿Esos instrumentos miden que…? ¿Niveles de asentamiento? ¿Niveles máximos? ¿Brigadas de topografía? ¿Geotecnia? ¿Tierra y enrocamiento? Se trataba y trata aún de “Electricidad para el progreso de México”, rezaba en aquel entonces nuestro logo. Y de alguna forma me sobresaltó más: El amor a la Ingeniería Civil. Entonces bien pude estudiarla, pero ahora pienso en la posibilidad y la arquitectura siempre me llenaba en más aspectos, pero tenía a la ingeniería que me platicaba en silencio viendo a Elisa que me observa fijamente.
Hasta aquí únicamente mis elucubraciones para contarles que Elisa aunque ya no esté más aquí en este plano para leerme, sé que quedará plasmado en un pequeño texto y los que la conocimos estaremos de acuerdo en que ella era “nuestra ingeniera favorita”. Y por supuesto, donde nuestras sofisticadas reflexiones dejan huella en cada informe que firmó y en cada presa que pisó o pisamos juntas.
Concluyo con la virtualidad de la belleza de la Ciudad de México, un espacio en donde hay una oficina dedicada a la ingeniería, a la especialización de las Ciencias de la Tierra, en la colonia Nochebuena, en donde no hay lujos, no hay modas ni influencers, sólo los datos, gráficas, planos, tablas y matemáticas de las causas de que se propongan ideas para tener electricidad en este país. El segundo lugar más contaminado del mundo, donde han ido a parar los amigos y en éste caso mi amiga Elisa. Hay fotos, hay recuerdos, hay hijos, esposo y nietos que siempre la apoyaron y nunca se descuidó, siempre dejando huella.
Este texto está dedicado a la memoria de la Ing. Elisa Andrade Ocadiz (1967-2016) , quien egresó de la carrera de ingeniería civil en 1991, ingresando el mismo año a la Gerencia de Ingeniería Experimental y Control, a través de complicados caminos codo a codo con ingenieros, en lugares encerrados o abiertos a cargo del procesamiento de registros sísmicos, así como del desarrollo de sistemas de auscultación para la evaluación de la seguridad de las centrales de generación eléctrica con el objetivo de garantizar el correcto desempeño de las estructuras y con ello la disponibilidad de la electricidad. Ella, mujer, profesionista y amiga, estaba dotada de imaginación, coraje y valentía que el desarrollo de sus actividades demandaba, personal y profesionalmente, permitiendo destacar de forma admirable y sobresaliente. Si en el cielo hay una presa, seguramente la estará evaluando.

De izquierda a derecha: Ing. Jorge A. Roldán, Ing. Elisa Andrade Ocadiz, Sr. Rubén Mendoza Hernández, Sr. Enrique Rodríguez Rodríguez.

Ing. Elisa Andrade Ocadiz medalla Adolfo López Mateos (2008)
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